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A finales de mayo 2015 estuve en Puerto Príncipe, en un Seminario Internacional sobre los sistemas de protección social, organizado por la Comisión Económica Para América Latina y El Caribe (CEPAL) y el Ministerio de Asuntos Sociales y de TrabajoPresentación Andiel protección social en Haití, de Haití.

Me tocó exponer sobre la experiencia y desafíos del sistema dominicano de protección social, y la estrategia de reducción de la pobreza que se lleva a cabo desde el Gabinete de Políticas Sociales, que coordina la Sra. Vicepresidenta de la República.

A pesar de ser un foro de alto nivel, me la jugué e hice la exposición de 15 minutos totalmente en francés, consciente de que en español me hubiese sentido bastante más cómodo, evidentemente. Pero valió la pena, pues me ganó el interés de la audiencia, compuesta esencialmente por funcionarios y activistas sociales haitianos.

Valoraron muy bien la ponencia y mostraron mucho interés en aprender de la experiencia dominicana, lo que nos permitirá articular acciones posteriores de cooperación técnica.

Sin dudas que hablarles su idioma, e interactuar directamente, sin traductores, permite conectar más, y les inspira algo más de respeto hacia un representante del gobierno dominicano.

La experiencia me hizo reflexionar sobre los pocos incentivos que tenemos los servidores públicos dominicanos para dominar el francés, y más aún, el creole.

Bien le haría a nuestro funcionariado asumir como política dominar al menos el francés, el inglés, u otros idiomas que nos permitan conectarnos con personas, conocimiento e informaciones relevantes para la defensa de nuestros intereses estratégicos, y que no necesariamente están en español.

Por Andiel Galván

En los Estados Unidos por los 1930, en tiempos del “Nuevo Trato” (New Deal), nacen los primeros trabajos de análisis de políticas públicas, según los expertos Daniel Kubler y Jacques de Maillard. Ante la Gran Depresión que afectaba a Estados Unidos, el presidente Franklin D. Roosevelt aplicó un programa de medidas que reafirmó el intervencionismo del Estado en la vida de la sociedad estadounidense. Es el contexto en que más adelante, por los 60s, se crearon centros de investigación, doctorados, manuales y grupos de investigación preocupados por sistematizar y descifrar la acción gubernamental.

La escuela de gobierno John F. Kennedy, fundada en 1963, es por excelencia el centro de postgrado e investigación en Asuntos Públicos de la Universidad de Harvard. Sus programas insignia son el Máster en Administración Pública (MPA) y el Máster en Políticas Públicas (MPP). También ofrece postgrados y Doctorados en Gobierno, Desarrollo Internacional, Política Social, Economía Política y áreas relacionadas. Algunos egresados prominentes son: Felipe Calderón, expresidente de México (2006-2012); José María Figueres, expresidente de Costa Rica (1994-1998); Ban Ki-moon, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre otros de una larga lista.

En contraposición al modelo clásico-centralizador de estados europeos administrativistas, como Francia y Alemania, la HKS representa un sistema más abierto en el que universidades privadas y otras estructuras alimentan la oferta de formación en asuntos públicos. Si bien el criterio del mérito es el principal determinante para entrar a ser admitido en Harvard, los costos de matrícula y manutención exorbitantes establecen un filtro para quienes no provienen de familias adineradas ni lograron conseguir becas completas, y que tampoco están en condiciones de tomar préstamos educativos por esos montos. En este esquema de configuración de la élite gobernante también se inscriben los ingleses, con el peso social que todavía tiene ser “Oxbridge graduate”, como se le conoce a los egresados de las universidades de Oxford y Cambridge.

Programa Harvard-México. Una experiencia de cooperación académica aleccionadora es la que se dio entre el Centro de Desarrollo Internacional de Harvard y la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas (EGAP) del Instituto Tecnológico de Monterrey (ITESM). En el marco de este acuerdo, de 2003 a 2012, cientos de estudiantes y profesores participaron en programas conjuntos de formación e investigación. También se ofrecieron programas de educación continua para funcionarios del Gobierno mexicano y otros líderes públicos. Los docentes y recursos académicos de la HKS fueron fundamentales para el éxito del programa.

El Caribehttp://www.elcaribe.com.do/2014/03/13/escuela-gobierno-harvard-hks

Por Andiel Galván 

Al superar en 1945 la ocupación alemana en Francia en la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Charles de Gaulle se abocó a un proceso de reforma del Estado. Se imponía revisar el funcionamiento de la Administración Pública, cuyos métodos y objetivos se habían un tanto distorsionado bajo el régimen colaboracionista de Vichy. El reto de los reformadores fue mejorar la eficiencia, fortalecer la coordinación y superar la politización de la burocracia, que pasaba porque los servidores públicos restablecieran la lealtad al Estado, no al gobierno ni partido de turno.

La Escuela Nacional de Administración (ENA) nació para democratizar el acceso a la alta función pública en el Estado francés. Antes, cada ministerio realizaba sus propios concursos de oposición para reclutar los cuadros que requerían, pero se sentía que faltaba homogeneidad en la aplicación de los principios de mérito y a veces transparencia. La ENA centralizó los concursos que cada año seleccionan entre 80 y 100 ciudadanos franceses, más unas decenas de extranjeros que se benefician de la formación. También ofrecen programas de maestría y formación continua en Asuntos Públicos abiertos al público.

El presidente de la República, François Hollande, encabeza la lista de egresados de la ENA que han alcanzado la jefatura del Estado, que también integran los expresidentes Jacques Chirac (1995-2007) y Valéry Giscard d’Estaing (1974-1981). Otros “enarcas” son los ex primeros ministros: Dominique de Villepin, Lionel Jospin, Alain Juppé, Édouard Balladur, Michel Rocard, Laurent Fabius y Jacques Chirac. Del gabinete actual figuran los ministros Fabius (Relaciones Exteriores), Pierre Moscovici (Economía y Finanzas), Michel Sapin (Trabajo) y Fleur Pellerin (Pymes e Innovación). Además de encontrarse distribuidos en el espectro partidario y ser parte sustancial de la clase política francesa, entre sus egresados también los hay líderes empresariales, de organismos internacionales e intelectuales.

La ENA ayudó a consolidar el vínculo entre mérito académico y acceso a la alta gestión estatal. Esta institución, dentro de sus esfuerzos de cooperación internacional, ha contribuido a la creación de capacidades de profesionales dominicanos mediante postgrados en coordinación con el Ministerio de Administración Pública y universidades privadas. Pero además del aporte de las maestrías aisladas de la ENA, que no se enmarcan necesariamente en un sistema de mérito, el Estado dominicano tiene el reto de crear su propia Escuela de Gobierno, y que el ingreso a ésta sea la principal vía de entrada para la próxima generación de altos funcionarios dominicanos.

El Caribe. http://www.elcaribe.com.do/2014/03/06/escuela-nacional-administracion-ena

Por Andiel Galván

La propuesta unánime de los entrevistados para el estudio “Formación en Asuntos Públicos y Liderazgo Político: un caso de estudio de la República Dominicana” es: la creación de una escuela de gobierno pública en el país. El Estado no cuenta con un centro educativo que forme a los altos funcionarios de la Administración Pública. Las opciones pasan por transformar el actual Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), cuyas limitaciones describimos en el artículo anterior. O por crear un nuevo Instituto de Educación Superior especializado con estos fines.

La Escuela de Gobierno Dominicana ayudaría a reclutar la próxima generación de líderes de los asuntos públicos. Los estudiantes ingresarían por concurso, en función del mérito, la vocación de servicio y otros criterios, y desde ya formarían parte de la carrera administrativa. El costo para los admitidos sería 0, para que el nivel socioeconómico no constituya un factor determinante en la selección. Los egresados de la escuela serán colocados en puestos de importancia en la Administración Pública de acuerdo al desempeño y aptitudes profesionales.

La clave está en la independencia que esta nueva entidad debe tener del gobierno de turno, de los partidos políticos y de cualquier otra instancia de poder del Estado. Los modelos de gestión van desde una institución dependiente del Gobierno central, hasta una autónoma descentralizada, o bien una gestión en asociación con alguna universidad nacional y/o internacional. Lo cierto es que estos tipos de organizaciones no son nuevas. Ejemplos emblemáticos son la Escuela Nacional de Administración (ENA) de Francia, su homónima en Brasil, la Escuela Alemana de Ciencias Administrativas Speyer, entre otras.

La solución para contar con funcionarios más capacitados debe venir del Estado, ya que el mercado ha demostrado que solo no está en condiciones de suplir esta necesidad de una gestión pública moderna. Independientemente de su afiliación política, nivel socioeconómico y relaciones primarias, esta escuela estará abierta para todos los ciudadanos con la motivación y el mérito suficientes para desarrollar una carrera al servicio de la República.

El Caribe. http://www.elcaribe.com.do/2014/02/27/escuela-dominicana-gobierno

Por Andiel Galván

El Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) tiene la misión de formar, capacitar, perfeccionar y actualizar a los empleados del Estado, así como a los ciudadanos que aspiren a ingresar al servicio público. La labor educativa de esta entidad se concentra en los gerentes medios y empleados administrativos, pues los escasos recursos presupuestarios no alcanzan para incluir a la alta dirección.

Tampoco ofrece postgrados o maestrías con aval universitario, sino que sus seminarios, cursos y diplomados operan en la modalidad de educación continua. El principal grupo objetivo al que se destina su oferta son los empleados públicos y no necesariamente tienen que estar en la carrera administrativa o contar con méritos académicos o profesionales específicos.

El ciudadano que no trabaja en el Estado, pero con vocación de adiestrarse para el servicio público tiene que optar por las universidades privadas o irse al extranjero. El sistema no está pensado para captar a los más aptos profesionales, brindarles capacitación, y luego incorporarlos al servicio civil. Ni a los mismos empleados públicos que cursan los módulos del INAP se les garantiza una promoción o mejora de sus términos laborales. Lo que sí ocurre es que beneficiarios de estos programas se pueden ir al sector privado y no hay consecuencias. Aunque, el Estado pierde la inversión en ese recurso humano.

¿Podemos verdaderamente hablar de una clase gobernante? ¿Sobre qué terreno y lenguaje común los actores del sistema político pueden lograr consensos trascendentes para el desarrollo del país? Ni siquiera se ha logrado pactar una ley que regule a los partidos. Es que quienes nos dirigen no pasaron por una escuela de gobierno estatal, y en su mayoría tampoco por una escuela política partidaria. La única formación común con la que cuentan quienes adoptan las altas decisiones es el bachillerato, conocidas las abismales diferencias de los centros educativos del país. La creación de la Escuela de Gobierno del Estado dominicano contribuiría a formar una clase gobernante.